sábado, 25 de marzo de 2017

Qué es el sultanato Nazarí



Por Bárbara Boloix Gallardo

Departamento de Estudios Semíticos (Universidad de Granada)

Pocas formaciones políticas medievales han trascendido con tanta fuerza siglos y fronteras como el Reino Nazarí de Granada. Y ello ha sido gracias a la gran herencia patrimonial que este sultanato dejó, ejemplificada en la conservación de su sede política y residencial, el palacio de la Alhambra, su máximo exponente arquitectónico. Sin embargo, el reino Nazarí constituyó en realidad un espacio minúsculo, si lo comparamos, geográficamente hablando, con el territorio que por entonces ocupaba el mundo islámico o con el que había abarcado siglos antes al-Ándalus dentro de la península Ibérica.

La constitución del Reino Nazarí fue resultado de la involución territorial que experimentó al-Ándalus en la primera mitad del siglo XIII. Tal decrecimiento se debió, fundamentalmente, a dos razones: por un lado, a la crisis política interna andalusí, acrecentada por la marcha de los Almohades de la península Ibérica en 1228 y el vacío de poder dejado en consecuencia; y, por otro, al mayor reforzamiento, político y militar, de la Corona de Castilla, demostrado en el imparable avance de las conquistas de su rey Fernando III el Santo por el sur peninsular. Tan sólo un líder local, Muhammad b. Yüsuf b. Nasr (el futuro emir Muhammad I), fue capaz de defender al-Ándalus de la amenaza cristiana, reunificando el maltrecho territorio bajo su autoridad como un nuevo reino, el Nazarí.

¿Qué espacio geográfico cubrió esta nueva formación política? Territorialmente, el Reino nazarí comprendía aproximadamente las actuales provincias de Granada, Málaga y Almería, junto con la zona meridional de la de Jaén y parte de la de Cádiz. Delimitaba, pues, este reino una doble frontera: marítima (que transcurría fundamentalmente por la costa mediterránea y escasa parte de la atlántica) y terrestre, siendo las localidades de Algeciras (Cádiz) y Águilas (Murcia) los vértices de ambas. Esta configuración geográfica quedó oficializada con la firma del célebre Tratado de Jaén en 1246 con Castilla, que acababa de tomar esta última ciudad. Mediante este pacto, Granada se hacía vasallo de la Corona castellana, mientras que ésta reconocía y respetaba los límites territoriales del Reino Nazarí. Se establecía así “el acta de nacimiento del emirato granadino”, que se mantendría en pie, contra todo pronóstico, durante 260 años, prolongando así la existencia de la historia de al-Ándalus.

Una vez configurado el Reino Nazarí, han sido diversas las denominaciones que éste ha recibido en los textos árabes medievales. La más frecuente es la de “Reino” (en árabe mamlaka, del verbo malaka, “poseer”), término que denota tanto a la institución política como al espacio físico poseído de manera absoluta. Otra nomenclatura aplicada al territorio nazarí ha sido la de “Emirato” (Imära), término que e refiere al territorio controlado por un emir, es decir, un “comandante militar”, un “gobernador” de parte de un califa sobre una provincia o un “príncipe”. Consideremos que, cuando el Reino de Granada fue creado, ya existía un califato (el Abbasí), siendo que el Islam tan sólo reconoce la existencia de una única institución califal. Ello explica que los Nazaríes no pudieran crear un califato, pero sí un emirato, en calidad de soberanos menores de un territorio independiente. Una última denominación aplicada a la formación nazarí fue la de “Sultanato” o territorio regido por un sultán, persona que detenta poder de facto (sulta) sobre un territorio ganado por la fuerza de las armas y que no ha sido heredado de ningún antepasado. Este hecho, junto con la jerarquía de poder islámica anteriormente expuesta, explica que desde el principio los Nazaríes solicitaran el reconocimiento de su autoridad por parte del califa Abbasi, para lograr su legitimación política. Estas tres denominaciones justifican que la figura del soberano nazarí sea referida en las fuentes árabes como emir(malik), emir (amir) y sultán, indistintamente; y también que nunca fuese mencionada como califa pues, aunque hubo algún atisbo de aplicar la denominación de Califato al Reino de Granada en el momento de máximo esplendor (el siglo XIV), esto fue en realidad un alarde de poder del emir Muhammad V ante sus súbditos, ya que este reino nunca fue reconocido como tal fuera de sus fronteras.

viernes, 24 de marzo de 2017

Qué es Al-Andalus


Por Rafael Guzám

Catedrático de Historia del Arte de la Universidad de Granada
Extraído del Curso La Alhambra. Historia, arte y patrimonio

Tras el surgimiento del Islam en el siglo VII con el profeta  Mahoma, los musulmanes iniciaron un rápido proceso de expansión territorial desde la Península Arábiga que los llevó a la conquista del próximo oriente, India y centro de Asia por el Este, ocupando por el oeste el norte de África y llegando a la Península Ibérica en el año 711.

Aquí se enfrentarán con el reino visigodo conquistando el territorio hasta el sur de Francia donde fueron derrotados por Carlos Martel en el año 732 en la batalla conocida como Poitiers.

Tras esta rápida expansión, los territorios de la Península Ibérica que ahora estarán bajo dominio musulmán se les conocerá como Al-Ándalus.

Sus fronteras se fueron alterando a lo largo del tiempo bien por la conformación de distintos estados islámicos o bien por las conquistas de estados cristianos que desde el norte irán apropiándose de territorios hasta 1492 en que los Reyes Católicos conquistarán el último estado islámico de Al-Andalus: el nazarí, el cual construiría la Alhambra.

Entre los estados islámicos que se sucedieron en Al-Ándalus tenemos que destacar el emirato y después califato de Córdoba, momento de máximo esplendor cultural. Le sucedieron distintas Taifas o reinos menores con capitales en Zaragoza, Toledo, Sevilla, Málaga, Badajoz… para volver a unificarse con los almorávides y almohades, en estos casos dependiendo de Marrakech (ciudad situada en el actual Marruecos), capital política de ambos imperios.

Estos avatares políticos muestran una compleja realidad histórica en la que se fue conformando una sociedad que aunaba las culturas anteriores, visigoda e hispanorromana, con las influencias que llegaban desde los territorios orientales del Islam.

La sociedad de Al-Ándalus estuvo constituida por la mayoría de la población hispanovisigoda que allí estaba establecida en el siglo VIII, a la que se unieron bereberes del norte de África y árabes que constituyeron el grupo dirigente y dominante.

La religión predominante y oficial fue el Islam, aunque se permitía la práctica y existencia del judaísmo y cristianismo, con periodos de más tolerancia y de más intransigencia. Muchos cristianos se convirtieron al Islam denominándose muladíes, mientras que los que mantuvieron su fe cristiana se conocían como mozárabes. Ahora bien, el conjunto de la población adopto formas de vida y costumbres musulmanas.

En Al-Ándalus se produjo un gran desarrollo de las ciudades mediante una economía de grandes mercados donde se vendían tanto productos manufacturados como los productos en las zonas rurales del entorno. Los zocos atraían mercancías provenientes de lugares lejanos a través de las caravanas que surcaban las tierras del Islam. Incluso, desde las grandes ciudades, se exportaban productos de lujo como cerámicas o sedas a los territorios del norte de Europa y a todo el Mediterráneo.

A nivel agrícola llegaron nuevas variedades como el arroz, la berenjena, la alcachofa y la caña de azúcar, complementando los cereales que ya se cultivaban con anterioridad. Estos cultivos aumentaron la diversidad de la gastronomía de los territorios y, además, consiguieron una mayor producción agrícola al desarrollar los sistemas de regadío heredados de la época romana y visigoda.

La cultura alcanzó altas cotas durante el período andalusí, conservándose numerosos monumentos que hablan del nivel artístico alcanzado. Citar la mezquita de Córdoba, Madinat al-Zahra (ciudad-palacio de los omeyas cordobeses), la Giralda (alminar almohade de la mezquita mayor de Sevilla), el palacio de la Aljafería de Zaragoza, los baños del palacio de Villardompardo en Jaén, la Alcazaba de Málaga, la Torre del Oro, el ribat de Fuengirola, la madraza de Granada… como ejemplos significativos; pero también fueron objetos suntuarios realizados con distintas técnicas que se conservan en museos por todo el mundo y que se han valorado de forma conjunta en distintas exposiciones internacionales.

La literatura, la música y las ciencias como la medicina alcanzaron altas cotas, conservándose los conocimientos en bibliotecas como la del califa Al-Hakam II en Córdoba, valiéndose de la generalización del uso del papel llegado de China.

Esta alta cultura fue transmisora de los conocimientos de la antigüedad clásica mediterránea así como otros venidos de oriente, influyendo en Europa y sirviendo como base para el desarrollo del Renacimiento, momento con el que se inicia la historia moderna.